¿CÓMO FOMENTAR LA RESPONSABILIDAD EN NUESTROS HIJOS/AS?

El pasado trimestre, en la charla dedicada a las familias, estuvimos tratando el tema de la autonomía y la responsabilidad en la educación infantil. 

Hablamos de un gran iceberg donde la palabra responsabilidad aparecería en la punta de ese bloque de hielo pero en la base podríamos encontrar palabras como: estilo de crianza, hábitos de autonomía, autoestima, forma de ser, edad del niño/a, gestión emocional, vivencias propias, etc. 

“Responsabilidad” viene de la palabra “responder” y este término tiene que ver con asumir las obligaciones propias de la edad y situación, de cumplir con los compromisos asumidos y entender las consecuencias de las propias acciones. Los niños/as deben aprender a aceptar las consecuencias de lo que hacen, piensan o deciden. Nadie nace responsable. La responsabilidad se va adquiriendo, por imitación del adulto y por la aprobación social, que le sirve de refuerzo. El niño siente satisfacción cuando actúa responsablemente y recibe aprobación social, que a su vez favorece su autoestima.

Educar en la responsabilidad no es tarea fácil. Se consigue solo mediante el esfuerzo diario de la familia y educadores, pero la recompensa es grande: educar adultos responsables.

¿CÓMO SON LOS NIÑOS IRRESPONSABLES?

De la misma manera, en dicha charla, hablamos de niños/as “irresponsables” y de las consecuencias que esto podría tener a medio-largo plazo: cómodos, egoístas, culpan a los demás, con baja tolerancia a la frustración, poca capacidad para aplazar la recompensa, poca capacidad de adaptación.

Es por esto, que para evitar que los niños/as acaben siendo irresponsables, debemos hacernos tres preguntas: 

  1. ¿A quién le corresponde la tarea… a él/ella o a mí?
  2. ¿Lo puede hacer sólo/a?
  3. ¿Es una excepción que le ayude o una generalidad?

Porque … si le corresponde a él/ella, lo puede hacer sólo/a y siempre le ayudo…estoy criando un niño/a irresponsable.

ACTITUDES INADECUADAS DE LAS FAMILIAS 

No es fácil saber qué se puede exigir a un niño o hasta dónde es capaz de actuar de un modo responsable y adecuado a su edad pero sí es conveniente tener en cuenta que determinadas actitudes pueden ser contraproducentes a la hora de educar en responsabilidad.

  1. La sobreprotección. Sin querer, el niño está recibiendo el mensaje “Te ayudo porque eres incapaz de hacerlo sólo”. Esto puede acabar afectando a su autoestima.
  2. Poca dedicación al niño/a, normalmente con la excusa de falta de tiempo.
  3. No predicar con el ejemplo. Resulta incoherente pedir a los niños que, por ejemplo,  tengan sus pertenencias ordenadas si yo no las tengo.
  4. Ser excesivamente permisivos. El ser permisivos trae consigo la falta de rutinas que hacen que los pequeños/as se transformen en niños/as perezosos y sin conciencia de sus responsabilidades.
  5. La falta de confianza. Si constantemente verificas si el niño/a ha hecho las tareas que le corresponden, el niño/a se sentirá inseguro de su capacidad y acabará comportándose como un niño poco autónomo. 

 

¿QUÉ RESPONSABILIDADES DEBEMOS EXIGIRLE EN CASA Y FUERA DE CASA?

Cada niño/a lleva su propio proceso evolutivo que debemos respetar y acompañar. Por tanto, teniendo en cuenta las distintas etapas de su desarrollo, podemos señalar los siguientes niveles de capacidad:

De 3 a 5 años

 En casa:

  • Hábitos de autonomía (vestido, alimentación…).
  • Exigirle unas obligaciones y tareas de colaboración en casa.
  • Enseñarle a tomar pequeñas decisiones.
  • Respetar los horarios.
  • Ser cuidadoso con las cosas de casa y con sus cosas.
  • Respetar la limpieza de la casa.
  • Respetar la intimidad y las cosas de los demás.

 

En el colegio y fuera:

  • Ser cuidadoso con las cosas del colegio.
  • Respetar y obedecer a las profesoras.
  • Tratar de manera adecuada a los compañeros.
  • Respetar las normas del colegio.
  • No tirar cosas al suelo de la calle.
  • Respetar ciertos espacios, como los jardines.
  • Respetar las cosas de los comercios.

 

De 6 a 12 años

 

En casa:

  • Ordenar su propia ropa y habitación.
  • Administrar su dinero.
  • El estudio en casa.
  • Asumir responsabilidades del cuidado de mascotas, limpieza de la casa, cuidar de sus hermanos…

En el colegio y fuera:

  • Hacer pequeños recados en el barrio (farmacia, correos, panadería, ..).
  • Comportarse adecuadamente en lugares públicos, cruzar la calle por los pasos adecuados y desconfiar de desconocidos.
  • Prepararse todo lo que necesite para el día siguiente y ser previsor/a de reponer el material escolar o lo que vaya a necesitar antes de que se termine.
  • Resolver los conflictos cotidianos con sus compañeros.

 

ORIENTACIONES PARA FOMENTAR LA AUTONOMÍA Y LA RESPONSABILIDAD

Uno de los objetivos principales que debemos plantearnos es que los niños/as vayan alcanzando una madurez y responsabilidad progresivas. Educar con este planteamiento va a evitar situaciones de dependencia, inmadurez social e inseguridad. 

A menudo, escuchamos a padres y madres: «quiero que mi hijo/a sea feliz», pensando que esto se logra evitándoles las dificultades que encuentran, anticipándose a sus deseos, dándoles cuanto piden o cediendo ante cualquier resistencia o contrariedad. Precisamente, estas actuaciones, aunque de momento suponen para el niño/a una satisfacción, a medio y largo plazo van a ser obstáculos que irán creciendo como una bola de nieve y que van a impedir o dificultar el proceso de adquisición de la responsabilidad.

Librar a los niños/as de las dificultades, hacerles las cosas que por su edad debieran hacer ellos/as es una manera segura de hacerles menos fuertes (emocionalmente hablando), indecisos y, en definitiva, de frenar su proceso de crecimiento personal.

 

Algunas pautas que podrían ayudar a la hora de educar niños/as responsables sería:

 

  • Estructura familiar (normas y límites): que sepan qué hay que hacer, cuándo hay que hacerlo y cómo tienen que hacerlo. Sin improvisar ni variar. Puede haber excepciones. (Ej. Si una norma de casa es que no se ve pantallas entre semana, evitará discusiones diarias).
  • Validar las emociones que puedan surgir. Fomentar que los niños/as expresen cómo se están sintiendo ante determinada tarea aunque esto no significa que dejen de hacerlo, quizá sea negociable cómo hacerlo o cuándo hacerlo. 
  • Disciplina juguetona (autora: Amaya de Miguel): intentar que los momentos de llevar a cabo sus obligaciones se conviertan en momentos de conexión con los niños/as (p. ej. ordenar con música, contar historias mientras ponen la mesa…).
  • Ser ejemplo. Como decía A. Einstein, «educar con el ejemplo no es una manera de educar, es la única».  Los niños/as aprenden por imitación y los primeros a los que copian en sus acciones y actitudes son a los familiares que les rodean.
  • Estar presente en las tareas que les supongan esfuerzo. Que se sientan acompañados mientras realizan sus tareas puede ayudar a que las hagan con más ganas.
  • Si aún así no lo hace… aplicar consecuencias. Permite que asuma las consecuencias de sus errores. Eso también es una oportunidad para aprender y mejorar. Si es capaz de reparar sus errores entrenará su responsabilidad y es posible que, además, sea capaz de anticipar determinadas consecuencias de su comportamiento en situaciones futuras.

 

Educar en autonomía y responsabilidad implica mucho tiempo, paciencia, confianza en ellos/as, flexibilidad y permitirles cometer errores.

Beatriz Escrivá

Departamento de Orientación