PROCESO LECTOESCRITOR

La lectoescritura es un tema que preocupa a muchos padres, sobre todo en el último curso de Educación Infantil.

Son muchos los factores que intervienen en este proceso…y uno fundamental es la predisposición del niño, en lo cual tiene gran influencia la familia, la escuela y las capacidades cognitivas.

La evidencia empírica nos dice que el rendimiento lector presenta una relación positiva con la participación familiar en actividades relacionadas con la lectura y escritura (Séchénal, Thomas y Daley, 1998).

El ejemplo es el mejor aliado, si un niño ve que sus padres tienen la costumbre de leer un libro antes de dormir y le cuentan cuentos, seguramente sentirá interés por la lectura. Además, la genética también adquiere un papel primordial, hijos de padres con trastornos específicos en la lectura (dislexia) presentan un mayor porcentaje de presentar dificultades lectoras.

Desde la familia, debemos dar ejemplo, escuchar, compartir, proponer y no imponer, acompañar, ser constantes, respetar los gustos del niño y su evolución, estimular y alentar…

La escuela es otro factor importante y aquellas que utilizan metodologías activas, basadas en el aprendizaje significativo suelen tener muy buenos resultados. La motivación forma una parte fundamental del aprendizaje lector y la escuela tiene un papel importante en promoverla en sus alumnos.

Por último, las capacidades cognitivas adquieren un papel primordial. Capacidades como la memoria de trabajo o la comprensión verbal son básicas para la adquisición de la lectura. La capacidad de percepción es igualmente importante (discriminación visual, discriminación figura-fondo, secuenciación visual, procesamiento visomotor, organización visoespacial, capacidad de cierre visual). Las dificultades significativas y los trastornos de aprendizaje influyen en el rendimiento y motivación del niño hacia la lectura.

En el proceso del aprendizaje de la lectoescritura, además, intervienen factores fisiológicos (problemas visuales, auditivos, sensoriomotores) y factores emocionales (como la autoeficacia y la motivación).

¿Alguna vez os habéis planteado qué es la madurez lectora?

La madurez lectora puede definirse como el momento evolutivo en el que el niño es capaz a nivel fisiológico (el niño debe tener los órganos de los sentidos del oído, la vista y el tacto suficientemente maduros); psicológico (el niño debe desarrollar previamente procesos psicológicos básicos como la copia, la imitación o la curiosidad por el aprendizaje) y social (es necesario que el niño aprenda primero el lenguaje social, para aprender a leer después) de iniciar de forma espontánea procesos lectores.

¿CÓMO DETERMINAR CUÁNDO UN NIÑO ESTÁ PREPARADO PARA LEER?

No se trata de la edad, sino del proceso madurativo cerebral de cada niño.

Es necesario tener la estructura cerebral bien preparada para poder iniciarse en el proceso del aprendizaje de la lectura y recibir los estímulos adecuados para poder integrar ese aprendizaje.

  • Es necesario que el niño posea una buena motricidad gruesa, ya que si no sabe moverse en los movimientos amplios, tampoco sabrá moverse en los movimientos finos del rastreo visual y de tener una buena coordinación visual, lo que le dificultará el proceso de aprendizaje de la lectura.
  • Debe tener un buen desarrollo emocional y saber gestionar bien las emociones para no generarle inestabilidad, bloqueo y resistencia, sobre todo a la hora de adquirir la lectura comprensiva.
  • La velocidad de aprendizaje depende de la madurez del niño, de si tiene las capacidades para poder iniciar el proceso del aprendizaje de la lectura. Y los requisitos que le hacen falta al niño para poder empezar dichos procesos son los siguientes (Dr. Jordi Catalán):
    • Que se pueda mover de forma adecuada, tenga una buena coordinación de movimientos, sea habilidoso en sus movimientos (por ejemplo que sepa montar en bicicleta, sepa saltar a la pata coja, se sostenga con un pie, etc.), ya que esto indica que su coordinación motora está preparada para poderlo hacer. Estos movimientos amplios (motricidad gruesa) generan una primera base en el cerebro y nos indica que éste está funcionando de forma adecuada.
    • Debe dominar el control del movimiento, si el niño no tiene un control de su movimiento suficientemente desarrollado no va a poder conseguir desarrollar la lectura de forma adecuada.
    • Tener no sólo una buena agudeza visual sino tener una buena organización visual (unos buenos movimientos sacádicos, una buena coordinación del movimiento fino…), lo que le permite que pueda seguir la línea que está leyendo sin que haya saltos o repeticiones y así poder tener una buena organización del sistema visual. Si la coordinación visual no es buena, el niño presentará dificultades en el proceso del aprendizaje de la lectura.
    • Tener un vocabulario rico, ser capaz de expresar ideas, acontecimientos y procesos de comunicación lo suficientemente maduros. Niños con dificultades en el lenguaje, presentará dificultades para enfrentarse al aprendizaje lector.
    • Tener capacidad de escucha, el niño debe ser capaz de escucharse a sí mismo.
    • Tener una lateralidad bien definida y una buena orientación espacial. La lateralidad es un proceso madurativo que da orden al cerebro.
    • Otro aspecto fundamental es la motivación, no se puede introducir la lectura por un proceso de presión, hay que conseguir que el niño esté motivado, que tenga ganas y que tenga deseos…

Debido a todo esto, se podrían establecer algunos grupos de riesgo que pueden presentar dificultades en el aprendizaje de la lectoescritura como son niños adoptados de mayores (ya que pueden no tener una buena base psicomotora, una buena comunicación, ni desarrollo del lenguaje…); grandes prematuros (ya que durante los primeros meses no han podido desarrollar el mismo proceso madurativo que el niño que nace a término y en unas condiciones óptimas); niños que han tenido problemas visuales (estrabismo, ojos vagos…) o auditivos(otitis recurrentes, drenajes…), ya que la entrada de información visual o auditiva ha estado distorsionada durante una época y no tienen la misma base que otro niño sin estas dificultades; niños con problemas de lateralidad (lateralidad no definida o mal organizada); niños con déficit de atención, hiperactividad, dislexia (en estos casos lo primero hay que descartar que no haya problemas de estructura, de desarrollo).

BUENAS PRÁCTICAS LECTORAS DE 3 A 6 AÑOS

En esta etapa es cuando se inicia la lectura, por lo que tiene un papel relevante motivar y fomentar su interés por ella.

Algunas buenas prácticas a estas edades son:

  • Contarle cuentos todos los días e incitarle a que os lo cuenten ellos a través de las imágenes. De este modo, se potencia también su pensamiento crítico y su memoria.
  • Incitar su curiosidad por la lectura a partir de situaciones cotidianas como por ejemplo reconocer las letras que vemos por la calle, en el supermercado, etc.
  • Fomentad su lenguaje mediante su expresión verbal, vocabulario, conocimientos, etc. Es muy recomendable hablar sobre lo ocurrido durante el día, lo que más les ha gustado, lo que les gustaría haber podido cambiar, etc. o de cualquier otro tema que surja del interés del niño. Dejad que se exprese libremente y haga todo tipo de preguntas.
  • Fomentad su curiosidad. Leedle cuentos sin un final e invitadles a terminar la historia, cambiad los finales de los cuentos, jugar a “qué pasaría si…” eliminando o incluyendo personajes o modificando algún suceso (por ejemplo ”¿qué pasaría si Caperucita Roja hubiese ido con su mamá a ver a su abuelita?”, “¿qué pasaría si el lobo se hubiese comido todo lo que Caperucita Roja llevaba en la cestita para su abuelita?”, etc.).
  • Jugad con adivinanzas, juegos de palabras, trabalenguas, poesías, al “veo, veo”, sílabas perdidas, palabras encadenadas…
  • Conectad lo que leen con lo que sucede en su vida diaria (leed con ellos recetas de cocina, menús, que os ayuden a realizar la lista de la compra, etc.).
  • Desde los 2 a los 7 años es muy importante trabajar la conciencia fonológica, ya que es una de las primeras habilidades que un niño debe adquirir para lograr leer y escribir. En el siguiente enlace comparto una muestra de algunas actividades para trabajar la conciencia fonológica.

Recordad que lo más importante en el aprendizaje lectoescritor de vuestros hijos es observar, respetar, acompañar, motivar, alentar, disfrutar de la lectura compartida y viajar juntos a mundos mágicos…y sobre todo hablar, hablar mucho y de muchas cosas.

 

Silvia García López
Maestra de Educación Infantil